martes, 21 de junio de 2016

ALIMENTACION, SALUD COMO ACTIVO SOCIAL Y POLITICAS PÚBLICAS

La salud es un activo social, está relacionado directamente con la alimentación, y los productos que sirven de base para proporcionar la energía  el cuerpo necesita, las principales fuentes de energía que nos proporcionan los alimentos tienen su origen en la agricultura y industria.
Una sociedad que garantice la producción y comercialización de productos de origen agrícola e industrial con las garantías básicas para su uso, a largo plazo esto tiene un impacto en el PIB, reduce el gasto en salud del Estado.
La inocuidad de los alimentos es un factor clave que el Estado, como diseñador de políticas públicas debe garantizar desde la producción, transporte, almacenamiento y comercialización de los alimentos, es una responsabilidad que  no se debe delegar. En nuestro mercado esos son temas que no se debaten.
La oferta de alimentos para el consumo de las personas, en el mercado local se orienta por el libertinaje de los actores que participan, donde los entes públicos  responsables de garantizar productos de calidad es un espectador del proceso, y no un actor de primer nivel, cuando implementan los reglamentos y normas que deben regular el sector de alimentación.
El déficit de seguridad en la calidad para producción y comercialización de alimentos de consumo dirigido a la familia , es inmenso y tiene como resultado enfermedades que impactan directamente en el presupuesto de la familia dominicana, con impacto directo  incremento de enfermedades como la diabetes y de origen cardíaco como la presión alta.
De acuerda a estadísticas reciente,  el 15% de la población dominicana tiene algún tipo de diabetes, esta enfermedad está dentro de las tres primeras causas de muerte en el país, de acuerdo especialistas del área, un 5% de la población ignora que sufre de la enfermedad creando un sub registro de la enfermedad.
En investigaciones realizadas por la Sociedad Dominicana de Cardiología, conocida como EFRICARD, con una evaluación de seis mil pacientes en los diferentes centros médicos, en diferentes regiones del país, se determinó que el 30% de la población está afectado de hipertensión, esta condición del dominicano lo hace vulnerable a eventos cardio vasculares o cerebral.
Con las existencias de políticas públicas e instituciones que implementen de manera responsables esas normativas y reglamentos sobre hábitos y consumos de alimentos por parte de la población, nuestros consumidores estarían más protegidos en los alimentos agrícolas e industriales  de consumo masivo en el hogar, impactando de manera positiva en la salud del consumidor.
El gobierno dominicano a través del Ministro Administrativo de la Presidencia, informó el Lunes, que amparado en la norma RTD53, se prohibirá la entrada al país de productos lácteos que no tengan etiquetas en el idiomas español y de esta manera hacer cumplir una norma en la comercialización de productos y la utilización de los registros sanitarios correspondientes.
En la reunión participaron los Ministro de Industria y Comercio, ministro de Agricultura y Ministro de Salud Pública, estos anuncios se deben recibir de manera positiva, pero no resuelve el problema medular en el proceso de comercialización de productos alimenticios.
Para garantizar un mayor acceso a productos a la familia, la medida no debe comenzar por las etiquetas, donde el consumidor menos informado puede traducirlo a través de un traductor de idiomas en los buscadores digitales que la gran mayoría de dominicanos tiene por el alto nivel de penetración de las redes sociales.
El rol de los actores públicos es concertar un pacto nacional para orientar, regular, controlar y sancionar al sector agrícola y el sector industrial, en la producción, almacenamiento, transporte y entrega de los productos al consumidor final, con la calidad e inocuidad suficiente que impacte de manera positiva en la salud de las generaciones actuales y futuras de consumidores nacionales.
La producción agrícola e industrial, la comercialización y el consumo de bienes por parte de la familia dominicana, es un sistema donde el Estado, Empresarios, y Consumidores forman una estructura social y como actores, deben fomentar una relación comercial sustentada en principio del valor para el consumidor y la familia.
La responsabilidad del Estado como diseñador de políticas públicas, la responsabilidad social del empresariado entregando productos que garanticen la salud de sus consumidores es fundamental en un mundo globalizado, transparente, e informado.
El Estado debe re-diseñar de manera total, todas las normas que regulan la producción de alimentos en la República Dominicana, con la finalidad de garantizar que los insumos que se necesitan en producción de alimentos agrícolas e industriales, cumplan con los estándares de calidad a nivel mundial, además elevar los niveles calidad en proteínas, grasas y uso de productos químicos para preservar los productos finales.
Las etiquetas son partes de los productos finales que se compra en los puntos de ventas, que el consumidor no usa para su alimentación final. Es una muy simple por parte de las autoridades públicas comenzar a regular la comercialización con esa variable en el diseño del producto.
La responsabilidad de las instituciones del Estado, es  fomentar en termino social generación con mayor nivel de salud y reducir los niveles de diabetes y hipertensión en la población dominicana.
Esta acción de políticas públicas deben comenzar con revisar y re-diseñar las normas de calidad en la producción y comercialización de los primeros veintes productos de origen industriales que más frecuencia consumen la familia dominicana, principal mente los grupos de menores ingresos, con bajos niveles de educación mínimo.
El Estado debe fortalecer la calidad de los insumos en la producción de los bienes para la alimentación, los puntos de distribución final donde las personas y las familias compran esos bienes, y fortalecer los entes públicos responsables de garantizar que el proceso desde su inicio hasta el final cumpla con las normas.

No son las etiquetas, es primero obligar a los industriales cumplan con la normas de calidad, que garantizan una mayor salud de la familia y una inversión menor del Estado en gasto público para reducir las enfermedades propias de malos hábitos de alimentación de población y productos con alto déficit de calidad por prácticas empresariales sin responsabilidad social.